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miércoles, 21 de noviembre de 2012

EL GOBIERNO Y LA HUELGA DEL 14-N: VAMOS A CONTAR MENTIRAS


EL GOBIERNO Y LA HUELGA DEL 14-N: VAMOS A CONTAR MENTIRAS

Antonio Gallifa. Economista



La censura y la mentira son dos hermanos siameses con un mismo cerebro y un mismo corazón. Como siameses que comparten dichos órganos, se necesitan y no pueden vivir la una sin la otra. En el ámbito de la política, esta pareja inseparable es lo que alimenta y ayuda a sostenerse a todo régimen dictatorial.

En la actual situación política española, este cerebro y este corazón compartidos constituyen los cimientos sobre los que se apoya y en los que basa toda su actuación el gobierno del Partido Popular, sin cuya sincronía no podría mantenerse. Por ello, ante una situación de suma debilidad como la del actual gobierno, han de funcionar al máximo hasta que la inmensa aceleración de sus flujos sanguíneos les haga estallar. Un ejemplo de ello lo constituye el recurso creciente a la mentira y la censura practicadas por el Gobierno en los momentos más recientes, de los que sólo ofrezco unos ejemplos.  

Cristina Cifuentes, la delegada del Gobierno en la Comunidad de Madrid, ha declarado que a la manifestación de la capital de España que siguió a la huelga general asistieron 35.000 personas. El embuste y la falsificación son tan escandalosos que ni siquiera pretenden justificarse, porque no hay por dónde cogerlos. ¿Qué más da? Yo soy la que manda y la que mantiene todos los resortes de la comunicación, y la realidad no existe: sólo es la que yo digo que existe. Y sobre esto, a los medios de comunicación no se les admite réplicas de ningún tipo.

Esta misma persona física (y digo física, porque lo de persona moral no se le puede aplicar), Cristina Cifuentes, como delegada del Gobierno, declaró oficialmente, la víspera de la concentración “Rodear el Congreso” convocada en Madrid, que se trataba del mismo golpe de estado que el 23-F que secuestró militarmente el Congreso de los Diputados. Para evitar semejante golpe de estado se erigió en salvadora de la democracia y puso en pie de guerra a 1.500 policías (según sus propias declaraciones), sin contar con una cantidad desconocida de policías encapuchados y disfrazados de manifestantes con la orden de que se infiltraran entre éstos para provocar los disturbios que acabarían justificando una brutal represión.

Esta misma persona declaró, al día siguiente de dicha concentración, que sólo la habían secundado 6.000 manifestantes. En su cabeza no cabía la paradoja de que para “sólo” 6.000 manifestantes se movilizara a 1.500 policías.

A partir de esta cabecita, tan pequeña que en ella no caben las paradojas, ha declarado, como prueba de su gran eficacia represora, que ya había conseguido más de 800 fichas de los asistentes a las convocatorias de las manifestaciones y a las reuniones preparatorias de las mismas, con todos sus datos personales. Es evidente que en tan exiguo espacio cerebral no cabe la paradoja de que esta máxima eficacia policial de la que se jacta contraste con el hecho de que ni la policía ni los órganos judiciales pertinentes consigan enterarse de dónde está escondido su marido, que desde hace más de dos años se halla en busca y captura, acusado de robo y estafa. Y ella sigue siendo la Delegada del Gobierno en la Comunidad de Madrid.

Lo expuesto hasta ahora no es más que un ejemplo personalizado. Porque esta sincronía de la mentira y la censura se extiende a todos los campos de la actividad política. Veamos algunos ejemplos más de esta desvergüenza.

TELEMADRID, la televisión pública de la Comunidad de Madrid, deficitaria y subvencionada con el dinero de nuestros impuestos, dispone de un corresponsal llamado Hermann Tertsch que invade continuamente sus pantallas con sus intervenciones de corte y contenido fascistas. Según ha informado “Salvemos Telemadrid”, la página web de los trabajadores de TELEMADRID, dicho corresponsal grabó el 13 de noviembre, para que se emitiese dos días más tarde, una intervención en la que describía el  fracaso de la huelga un día antes de que tuviese lugar la propia huelga. El comienzo de dicha grabación dice, textualmente, lo siguiente:

“Buenas noches a todos, una Huelga general habían convocado los sindicatos pensarán que han cumplido, lo cierto es que España tiene los mismos problemas que hace 24 horas, solo agravados por el descrédito que supone en el exterior una convocatoria de este tipo más allá del daño por supuesto, el daño económico objetivo que también es cuantioso.

El objetivo de la huelga era disparatado y por eso estaba condenada al fracaso”.


Según Hermann Tertsch, este fracaso se cumplió avant la lettre, aunque sin sus atentados contra la sintaxis y la ortografía.

A la vista de tan certera predicción, TELEMADRID debería destinar a Hermann Tertsch a esos espacios de tarod que emite todas las noches, en los que se adivina el porvenir a través de una baraja, y en los que, por cierto, suelen equivocarse. Como se equivocó este insigne corresponsal, porque no fue capaz de adivinar que no sólo la huelga general no sería un fracaso, sino que tendría lugar a su lado, llevada a cabo por sus compañeros, y que ello produciría el efecto de que TELEMADRID se viese obligada a interrumpir sus emisiones durante 24 horas.

Desde el mismo día de la huelga general, la práctica totalidad de los medios, en sus espacios informativos, han venido dando a conocer sin respiro alguno los datos del consumo de energía eléctrica del día 14 de noviembre, aportados por el Gobierno. Según dichos datos, el consumo sólo había descendido un 11 o un 12 por 100, cifra inferior al descenso de consumo energético que se produjo con motivo de la huelga general anterior, el 29 de septiembre. Dicha información se ha visto aderezada con una explicación para que lo entendiésemos bien: el consumo de energía eléctrica mide la actividad de las fábricas y, por lo tanto, su menor descenso mide el fracaso comparativo de la huelga.

Esto no es más que un burdo engaño a la ciudadanía. Para fundamentar este engaño, en un número incontable de municipios españoles, incluidos gran número de capitales de provincia, se mantuvo encendido el alumbrado público durante todo el día 14, con el objetivo de que el consumo de energía eléctrica aumentase y, con ello, “demostrar” un incremento de la actividad productiva de las fábricas y talleres. Se trata, en este caso, de una auténtica operación de falsificación, perfectamente organizada desde arriba.

Pero hay datos mucho más precisos que demuestran la falacia de esta argumentación, aportados por la organización “Economistas frente a la crisis”. Uno de los fundadores e impulsores de dicha organización, el economista Jorge Fabra Utray, fue Presidente durante varios años de RED ELÉCTRICA DE ESPAÑA, entidad que es el transportista único y gestor de todo el sistema eléctrico español, en la que figura actualmente como Consejero  Manuel López del Hierro, marido de María Dolores Cospedal.

Durante su gestión como Presidente de RED ELÉCTRICA, Jorge Fabra fue el primero en relacionar el descenso del consumo de energía eléctrica con la amplitud de las huelgas. Basándose  en esta correlación evidente, el Gobierno ha instrumentado una amplia campaña destinada a demostrar los escasos resultados de la huelga general. Mas, para ello es necesario un mínimo de rigor analítico del que carecen sus expertos propagandistas. Porque aplicar, como hacen, a los datos del descenso del consumo de energía eléctrica una simple regla de tres es tan burdo que resulta sonrojante. Como demuestra el estudio realizado por “Economistas frente a la crisis”, existen muchos otros factores que no han sabido o no han querido tener en cuenta.

En primer lugar, en dicho consumo influyen de manera muy destacada los cambios climáticos: una buena parte del mismo es el destinado a la calefacción, tanto en los hogares como en los centros de trabajo. Por lo tanto, en términos generales, no es el mismo en invierno que en verano, en los días calurosos que en los días fríos como lo fue el día de la huelga.

Y, sobre todo, el destinatario principal de la energía eléctrica no es la actividad productiva de fábricas, talleres y maquinaria eléctrica en general, sino una multiplicidad muy diversa y muy amplia: el consumo de los hogares (en luz, televisores, frigoríficos, calefacción, electrodomésticos, etc.), el consumo de los comercios que, aun en huelga, mantienen encendidas sus instalaciones de iluminación, e incluso el consumo energético de procesos industriales continuos, como los de la cadena del frío o de la electroquímica, en los que una parada del consumo podría dañar sus instalaciones. Y, cómo no, el alumbrado público que una gran parte de los ayuntamientos controlados por el Partido Popular se ha encargado de mantener encendido durante todo el día de la huelga.

Teniendo en cuenta los elementos señalados, la organización “Economistas frente a la crisis” ha elaborado un índice que mide con rigor el efecto real que la huelga ha podido producir en la actividad propiamente productiva. Según dicho índice, el descenso de consumo producido por la huelga varió de hora en hora el 14 de noviembre, pero su descenso osciló entre un 58,4 y un 66 por 100. Estas cifras destruyen totalmente la teoría elaborada por el Gobierno, según la cual el descenso medio osciló solamente entre un 11 y un 12 por 100, lo cual demostraba la escasa incidencia de la huelga.

La huelga general del 14 de noviembre constituyó un rotundo éxito, especialmente si se tiene en cuenta que hubo miles de trabajadores que no pudieron incorporarse a ella a pesar de su adhesión moral a la misma. Una gran parte de ellos, por su condición de parados en un país en el que el paro alcanza el 26 por 100 de la población activa. Y otra gran parte, sin duda, por el temor a perder su trabajo ante las amenazas de las empresas que les recordaban su condición de trabajadores con contrato eventual, una figura ya predominante en la actual contratación laboral.

Pero la jornada del 14-N tuvo también otra vertiente de enorme importancia. Fue también, por primera vez, una huelga de consumo. En los comercios, especialmente en los supermercados y grandes superficies, el descenso que registraron las ventas fue altísimo, y ello evidenció la inmensa adhesión que encontraron las protestas contra la política del Gobierno. El Gobierno lo sabe y, sin duda, ha elaborado un estudio que le permite conocerlo. Y, de la misma forma en que ha divulgado su falseado índice del consumo energético debido al cese de la actividad productiva, podría y debería hacerlo público. Ello daría una idea total de la dimensión de la protesta. Pero no lo ha hecho porque no le conviene. Ha preferido proclamar a diestro y siniestro, junto a los dirigentes de la patronal CEOE, el derecho a trabajar frente a pretendidas coacciones. Pero ¿quién ha estado coaccionando? ¿Quién ha estado negando, día tras día, el derecho al trabajo reconocido en la Constitución?
     

Publicado em el periódico Crônica Popular:

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